El año 2011, cuando Eduardo Villanes regresó al Perú tras una década de exilio voluntario, su primer deseo fue observar el Océano Pacífico desde el acantilado la Costa Verde, un impresionante monumento geológico, ecosistema natural y espacio público que bordea varios distritos de la ciudad de Lima.
Para su sorpresa descubrió que en el distrito de Barranco (cuyo nombre alude al precipicio) una sección estaba cercenada por una alambrada "razor wire", a primera impresión semejaba un parapeto, a su alrededor las características plantas trepadoras de flores lila habían muerto. Se construía ahí un exclusivo edificio “con vista al mar”, parte del “boom de la construcción”, y consecuente pérdida de espacios públicos, que ocurre actualmente en Lima.
El alambre "razor wire", a diferencia del alambre de púas, se diseñó exclusivamente para poblaciones humanas: para alejarlos o contenerlos en fronteras (México-USA), campos de concentración y prisiones (Palestina), guerras y check points (Irak). Su creciente presencia en el paisaje urbano latinoamericano es reciente. Por su efecto disuasivo se está empleando no solamente para protección de propiedad, también para crear zonas de exclusión social, tal es el caso de varios "barrios marginales" en Lima, que han sido aislados de “barrios exclusivos” colindantes.
"Razor Wire" es una serie de fotografías, esculturas y una intervención arquitectónica que relata la transformación del alambre navaja en maíces de acero inoxidable utilizando únicamente martillo, yunque y alicate. Cada semilla de maíz es una navaja. El registro de esta acción, el cual incluye vistas de la referida zona de la Costa Verde en aquella época, alude a una performance. Las piezas finales fueron fotografiadas a manera de reliquias precolombinas, como referencia a esculturas precolombinas peruanas en plata que son réplicas exactas de maíces.