La imaginación, el subconsciente y la mitología han tenido una relación casi inseparable en la historia del hombre. Esta concordancia ha producido relatos, imágenes, revoluciones de pensamiento y corrientes que han marcado la manera en la que visualizamos todo lo intangible y lo surreal.
Ícaro vuela sobre Creta, planea cerca del sol y muere en la melancolía de unas alas derretidas; un hombre en traje y sombrero de copa mira de frente solo para descubrir que su rostro está cubierto por una manzana verde flotante.
Así, desde épocas tan distantes la imaginación toma diferentes formas, Ícaro en Grecia y el hombre de sombrero sobre el lienzo de Magritte, acelerando en el tiempo el poder del misterio y liberándose de todo lo que se considera posible.
Dentro de la historia de la fotografía se produjo igualmente un periodo en el que la captura de lo real entró en un periodo en el que fue más allá y se dejó invadir por el poder la imaginación. En 1856, tan solo 17 años después del primer daguerrotipo y a más de una década de usar los procesos fotográficos estrictamente para capturar la realidad, Gustave Le Gray (Francia), Oscar G. Rejlander (Suecia) y Henry Peach Robinson (EEUU) fueron pioneros en usar el método conocido como impresión combinada para mostrar sus propias visiones, las imágenes que veían en su interior y no en el mundo. Cinco años más tarde, un crítico de fotografía artística inglés diría: "Hasta ahora la fotografía ha estado contenta con representar la realidad, pero, ¿no podría acaso ampliar su esfera?" Y con esta frase no solo celebraría el trabajo de quienes ya habían ido más allá sino que abriría un nuevo interrogante para futuras generaciones de fotógrafos.
Y es así que nacieron con los años aquellos interesados en protestar visualmente en contra la realidad y presentar en su trabajo elaboradas historias de mundos imaginados o representaciones abstractas de su mundo interior.
Nicholas Kahn y Richard Selesnick, más conocidos como Kahn/Selesnick, han tomado en su obra Ciudad de Sal el camino de la fantasía y se han entregado desde principios de los años ochenta a dar forma a fotografías panorámicas y esculturas de mundos inventados y mitologías propias. Estos mundos llegan a generar preguntas en el espectador por la veracidad de los eventos y la relación con la real historia de la humanidad. Su trabajo es además acompañado por una literatura curiosa y meticulosa que recuerda constantemente otras historias, otros mitos, un mundo diferente pero familiar.
Por su parte, Carolina Montejo, anclada fuertemente en lo surreal levanta imágenes que hacen parte de sus sueños, del subconsciente y sus impulsos visuales. Su serie Paralela, muestra un lado -paralelo- e intangible de su mente, mostrando así autorretratos en los que introduce historias sacadas de su propia experiencia acompañados por abstracciones de los recuerdos que han quedado de estos sueños. Más allá, Carolina explora una metáfora visual entre la producción digital- la pixelación y la renderización de la imagen- y la yuxtaposición de la memoria.
Y así, tanto Kahn/Selesnick como Montejo, se ven como el producto contemporáneo de esta exploración imaginativa y surrealista dentro de la fotografía, dos perspectivas que amplían su esfera y encuentran en ella una filosofía propia.
Galería MÜ, los invita a sumergirse en el misterio de su quinta exposición del 2011, Sueños Salados, y a salir de ella como quien sale del mar.